Las previsiones meteorológicas no se equivocaron y el calor, además de las rampas del duro trazado, fueron protagonistas desde el inicio de la marcha. De hecho, se registraron más de 40 grados en muchos momentos del día al paso de los ciclistas. Por este motivo, la Organización de la prueba decidió reforzar con bebida fría los más de diez avituallamientos que se repartían entre las diferentes modalidades a lo largo del recorrido.
Afortunadamente, no hubo ninguna incidencia reseñable y los corredores, cada uno a su ritmo y en función de sus posibilidades, fueron completando los kilómetros con el paso de las horas en lo que fue, un año más, una fiesta del cicloturismo gracias al recorrido que transcurre desde el mar y que atraviesa el corazón de Cantabria a través de cuatro de sus valles: Nansa, Polaciones, Liébana y Cabuérniga.
Ha sido un año de marcados contrastes: intenso frío durante el primer fin de semana de Los 10.000 del Soplao y calor sofocante en la prueba de Carretera, lo cual, agranda aún más la leyenda del “Infierno Cántabro”.
La Organización de la prueba se pone ya a trabajar en la edición de 2020. ¡Os esperamos!